No hay tags aún.
He pensado desde hace mucho tiempo que la mejor manera de ahorra en la situación económica en la que me encuentro en este preciso momento es hacer una mudanza de la casa de mis padres a la casa de mi abuela. Es decir pasar de una casa de unas dimensiones no pequeñas a una habitación minúscula.
La decisión
Cuando tomé esta decisión me sentí super triste por dos grandes razones. La primera la sentimental, ya que dejaría de ver muchos de aquellos objetos que me traen mil recuerdos de cuando las cosas eran perfectas en la familia. Y la segunda el gran problema de pensar donde meter tantas cosas de una casa en un cuarto enano.
El cambio a la felicidad
Un día de verano me desperté como cada mañana con la depresión que se apodera de mi cuerpo cada amanecer y dando vueltas en la cama y con alguna lágrima como compañía pensé: ¿Y si veo el lado bueno de esta situación y no solo las cosas malas de la mudanza?. Dando vueltas y vueltas a la cabeza hice en mi mente una lista de cosas que serian para mi muy positivas en un futuro. Por ejemplo: ya no tendría los gastos de una persona adulta con los que llevo cargando desde los 19 años y disfrutaría de una compañía que pese a que la convivencia no es siempre agradable ella te enseña a civilizarte. Y dos haré una limpieza de todas aquellas cosas que no utilizo ayudándome esto a tener un orden no solo físico en la casa sino también uno mental en mi persona, que sinceramente en el momento en el que me encuentro de desempleo la verdad es que no me vendría nada mal.
Todo lo anterior es referente a lo que en estos momento creo que va a pasar, pero… ¿que sucede con todo aquello que me llegará que mi mente aun es incapaz de razonar?, ¿Y si todo esto que yo veía tan trágico es un camino a mi verdadera felicidad? ¿Y si esto está pasando por algo de lo que yo ahora mismo no soy consciente?. Es como eso que dicen sobre el juego y las cartas, que aunque la mano que te haya tocado no siempre sea la mejor cuando la victoria llega la satisfacción es mayor.
La solución
A las personas que nos gustan los retos y nos motivan las dificultades los caminos complicados son los que nos mantienen vivos. Porque siempre es más agradable mantener la cabeza con piedras y colocarlas a su debido tiempo en su lugar que con pájaros con alas que no aprenden a volar. Recuerda siempre que aunque el camino esté lleno de piedras esos obstáculos te podrán servir en un futuro para construirte una casa por si más tarde llega la tormenta. Así que aprovecha el tiempo que la vida son dos días y ya vamos por el tercero.